Solidaridad. El otro me trae esperanza

En Adviento debe resonar en nosotros especialmente la llamada y la cercanía del otro. La fraternidad que está en el origen de toda solidaridad nos descubre capacitados para dar una respuesta valiente y sincera, auténtica y libre. La solidaridad no es, por ello, un momento puntual en las campañas navideñas, un gesto o un detalle, sino que lo impregna todo.

La conversión a Dios pasa por el amor al prójimo como hermano. Por lo tanto, despertar y despabilar la sensibilidad dormida y el desinterés, romper el individualismo y la indiferencia que promueven en nosotros la cultura en la que vivimos, creer y vivir como si todo fuera para nosotros y solo para nosotros nutriendo el egoísmo, son realidades que deben convertirse a la fraternidad, a la solidaridad, al encuentro, al amor en sentido pleno. Solo en el amor la persona encuentra lo que es. Y cuando el amor entra en diálogo con el prójimo que nos necesita lo llamamos solidaridad.

SUGERENCIAS

  • Dimensión Espiritual. Cuando realizamos actividades solidarias podemos hacerlo desde la apertura y disponibilidad de María enmarcado en algún momento de oración o reflejarlo en las oraciones de la mañana. María es portadora de alegría y esperanza y en nuestra acción solidaria ayudamos a María a llevar esperanza. Se puede trabajar esta dimensión espiritual llevando a la oración a aquellas personas a las que nos vamos a dirigir y a los que los van a acompañar.
  • Dimensión Comunitaria. Las tradiciones compartidas generan comunidad. El cuidado del prójimo genera con este, un vínculo especial, lo mismo que con aquellos con los que compartes la misión del cuidado. Por eso, en las actividades solidarias debemos construir y visibilizar explícitamente la comunidad, la fraternidad universal. Jornadas solidarias, regalos de reyes magos, llevar la Luz de la Paz de Belén, recogidas de alimentos, etc. Son actividades solidarias que bien diseñadas generan comunidad.
  • Dimensión Formativa. Toda acción solidaria debe ir acompañada del conocimiento de la realidad en la que vamos a actuar. Conocer al prójimo, sus circunstancias y necesidades. Se puede compartir el proyecto con las familias y con los propios alumnos. Intercambiar cartas con los niños o los mayores… También hay que formar en la manera de acercarse al prójimo, a su dignidad desde el respeto y no el paternalismo.
  • Dimensión de Encuentro festivo. El Adviento es tiempo de preparación para la gran fiesta del nacimiento de Jesús. Nuestras acciones solidarias han de ser un momento para contagiar alegría y esperanza con la fiesta de los villancicos, los conciertos, las cenas, las felicitaciones, amigo invisible y demás. Cuando cantamos villancicos en una residencia o llevamos regalos a niños, es porque queremos reflejar la alegría del nacimiento de aquel que nos salva, no para distraer a un grupo de personas. Los conciertos solidarios, cantar villancicos en residencias, belenes vivientes, concursos de tarjetas, etc. Son actividades que tienen mucho de fiesta y de contagiar esperanza.
  • Dimensión Celebrativa. El encuentro con el prójimo puede ser sacramental. Jesús se hace presente en el prójimo y podemos vivirlo como un momento de fe y encuentro con el resucitado. Así mismo, en las celebraciones propias del Adviento y la Navidad, podemos hacer presente a aquellas personas a las que nos hemos acercado en las acciones solidarias y si es posible, vivir estas celebraciones con ellos porque les invitemos a vivirlo con nosotros o porque nos acerquemos a vivirlo con ellos en una celebración propia o en las previstas en la Iglesia.